El día que cumplimos un año viajando nos encontró en una finca enorme y hermosa. Con pileta, mesa de pool, caballos, una vista infinita, una lujosa casa y con una cama deseosa de abrazar huéspedes.
Desde que la chancha comenzó a rodar toco dormir en habitaciones humildes donde el baño consistía en un pozo al otro lado de la pared y en lujosos departamentos con jacuzzi incluido. Hubo semanas de arroz y fideos sentados en el escalón de la chancha en alguna calle pueblerina y hubo almuerzos de sofisticados platos con ostras y langostinos en exclusivo restaurante.