Pasos Fronterizos

Por más que lo intente no logro comprender las fronteras. No logro comprender esa división entre un lado y otro que es el mismo. Entre las mismas montañas, los mismos ríos y las mismas personas. Llegar a una frontera no da nerviosismo pero si cierta incomodidad. El pedido de 90 días y el oficial sintiéndose poderoso con el sello…-mmmm y ¿para que 90 días? Mmmm ¿tanto vas a estar en el país? ¿Y porque? ¿y a dónde vas y que vas a hacer? Todas preguntas que por más que intente no puedo responder. 

Las respuestas tienen que ser rápidas porque si decís la verdad entonces quizá ni sellen el pasaporte. La verdad está llena de incertidumbres porque con suerte se donde dormiré esa noche.

La respuesta es que voy a viajar, conocer, mezclarme con su gente. Pero no estamos dentro del sistema de los 15 días de vacaciones, nuestra manera de vida se torno diferente y nos hemos dispuesto a hacer lo que realmente queremos y tenemos ganas no lo que nos imponen con un sello en tinta azul. La fantasía de alguien que nunca atravesó una frontera por tierra podria ser que cuando cruce todo será distinto. Las montañas podrían ser color ámbar, pasto color caramelo, vacas violetas y gallinas naranjas. Pero no, todo es exactamente igual que del otro lado. Nada cambia, la gente se parece, y se parece en su acento, y se parece en su forma de vida porque el clima no cambia entre el lado de una frontera y el del otro lado. Porque comen lo mismo, porque se visten igual, porque sonríen de la misma manera y porque tantas otras cosas son iguales aunque nos quieran hacer creer lo contrario. Aunque intenten separarnos y crear desigualdades.

Y nosotros, sin saber este vil plan nos creemos que somos mejores que los que habitan del otro lado, vivimos mejor, pensamos mejor, somos más buenos y mas lindos y logran el objetivo cuando crean esas desigualdades inventadas y absurdas.

Una vez más pasamos por una nueva frontera. Esta vez en pleno momento de elecciones de alcaldes de Colombia. Para que no haya “fraude” en el sufragio se cerró la frontera y de esa manera no se podían hacer los trámites fronterizos. La gente que va y viene día a día de Venezuela a Colombia y viceversa estaba un poco perdida, llegaba con paquetes, con niños, algunos con muchos años encima, con cansancio, con todo eso llegaban a una frontera cerrada. Pero algunos tenían que pasar, y no era tan difícil de la mano de punteros políticos quienes los llevaban a votar al otro lado de la frontera. Estos “jefes” del grupo se movían con gruesa impunidad de un lado a otro llevando gente a votar, caminando de día y en camiones de noche. Cuando se desato un aguacero torrencial y los policías se corrieron de las vallas para refugiarse debajo de un techo toda la gente comenzó a pasar. Una imagen nunca vista, todos corriendo debajo de la lluvia. Subiéndose a camiones en movimiento, veloces y animados a llegar hacia el otro lado.

Así seguí pensando que absurdas son las fronteras. Absurdas para nosotros, los habitantes de los pueblos, los trabajadores, las mujeres, los hombres y los niños, los habitantes de este o del otro país. ¿De que nos sirve a nosotros esas fronteras sino para separarnos más, y que hagan de nosotros lo que dispongan y no lo que disponemos?

Aca termina este paso por el blog, riendonos un poco de lo que creemos que no podemos cambiar. Riendonos de una gallina que se reparte entre chile y Argentina o del banco de suplentes de un equipo brasilero que esta en venezuela.
Aca los dejamos, nosotros mientras seguiremos vagando por este increible mundo dejando la estela de la chancha que no conoce de fronteras.